Ella caminaba con una pierna arrastrada, un ojo casi cerrado, heridas en sus piernas y sus brazos, quemaduras de tabaco en sus manos, su hijo a su lado y residuos de llanto en sus ojos, todo esto producto de la ira del que era su esposo desde hace 5 años y novio desde 4 antes de su matrimonio.
Ella simplemente sonreía cuando alguien le preguntaba si la podían ayudar, ella fingía que todo estaba bien, pues a pesar de la violencia continua que vivía en su casa seguía enamorada esperando que regresara la persona que la había conquistado 9 años atrás y que después de 2 se volvió más costumbre que cariño.
Ella aún no terminaba la preparatoria pues su lugar estaba en su casa desde que él, 4 años mayor, la obligó a quedarse y cuidar a su hijo, primero de esta relación demasiado pasional y muy poco funcional.
Esta vez ella camina con rumbo a casa de sus padres y se ríe de la ironía, la ironía de volver de donde la corrieron sin dudarlo cuando le dijeron que él era un hombre peligroso y que no debía irse solo por estar embarazada, pero ella decidió no escuchar.
Llegó hasta la puerta, le pidió a su hijo que tocara el timbre y se arrodilló con la poca energía que le quedaba, esperó y cuando la puerta rechinó al abrirse no soportó más y lloró lo que no había llorado los 5 años que había soportado los golpes del hombre que amaba.
Ella simplemente sonreía cuando alguien le preguntaba si la podían ayudar, ella fingía que todo estaba bien, pues a pesar de la violencia continua que vivía en su casa seguía enamorada esperando que regresara la persona que la había conquistado 9 años atrás y que después de 2 se volvió más costumbre que cariño.
Ella aún no terminaba la preparatoria pues su lugar estaba en su casa desde que él, 4 años mayor, la obligó a quedarse y cuidar a su hijo, primero de esta relación demasiado pasional y muy poco funcional.
Esta vez ella camina con rumbo a casa de sus padres y se ríe de la ironía, la ironía de volver de donde la corrieron sin dudarlo cuando le dijeron que él era un hombre peligroso y que no debía irse solo por estar embarazada, pero ella decidió no escuchar.
Llegó hasta la puerta, le pidió a su hijo que tocara el timbre y se arrodilló con la poca energía que le quedaba, esperó y cuando la puerta rechinó al abrirse no soportó más y lloró lo que no había llorado los 5 años que había soportado los golpes del hombre que amaba.
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