Obsceno es lo impúdico, lo torpe, lo que es ofensivo al pudor; definiciones que ofrece la Real Academia Española para significar una palabra que se utiliza comúnmente aún sin conocer su verdadero significado ni hacer una reflexión prudente al respecto. Claro que llevar a cabo una reflexión prudente por cada palabra que utilicemos sería una obscenidad hacia el lenguaje y las múltiples formas en que se puede jugar con él.
Esta, que no sería la primera, pero sí una de las más peculiares obscenidades en el lenguaje, eliminaría por completo cualquier forma de comunicación e interacción humana, limitaría nuestra existencia y evitaría que se pudiesen formar sociedades, sin embargo, ese no es el tema de esta discusión, estamos hablando de lo obsceno.
Iniciemos con la primera definición, lo impúdico, que según la misma institución significa lo que no tiene pudor ni recato. Esta definición nos lleva directamente a la tercera, aquello que afecta al pudor o al recato es lo que se debería considerar obsceno, un sinfín de prácticas humanas podría marcarse por éste adjetivo, que está cargado de un valor negativo.
Éste adjetivo puede utilizarse en todo: existen platillos obscenos, palabras obscenas, sexo obsceno, prácticas religiosas obscenas, prácticas estéticas obscenas, es un calificativo, puede ser utilizado para prácticamente cualquier sustantivo.
Ahora, analizando con ese adjetivo a la sociedad y la manera en la que se estructura podemos decir que el sistema que rige las relaciones interpersonales es obsceno. El recato, el pudor, la honestidad y la cautela son prácticas hace mucho tiempo abandonadas por la ideología de consumo y la cosmovisión de ser sobresaliente. Todo es más grande y ruidoso, todo es impactante, las luces abundan, el tiempo es efímero, las interacciones breves y la construcción del ser se realiza desde la forma en que nos satisfacen estos objetos.
Es obscena la forma en que nos relacionamos porque los puntos de encuentro, según la ideología expresada en las canciones pop contemporáneas ha transformado la misa dominical en la visita al antro semanal y aún se cree que el ateísmo ha incrementado sus filas.
Nuestro nuevo Dios es la obscenidad, es todo lo estridente, lo colorido, lo que nos hace olvidar lo gris y aburrido del paisaje natural o citadino. Con éste nuevo Dios no existe el pecado, todo está permitido, qué importan las consecuencias, la vida es breve y tenemos que dejar una historia aunque sea con una historia criminal.
No acuso a los obscenos de ser criminales, ni considero que sus prácticas sean algo que merezca una calificación negativa. Acuso a los obscenos de querer imponer sus prácticas como ley, de querer establecer su pensamiento como único, de querer que todo aquel que no sigue los mismos rituales que ellos siguen se transforme y se adapte a éste nuevo ritmo de la sociedad.
La vida necesita matices, la sociedad no puede ser una gran masa de pensamiento idéntico, la identidad se forma en la discusión, no en la imposición, lo obsceno no es para todos, así como no podemos limitar el lenguaje analizando obscenamente sus significados.