Él la buscaba en el fondo de su vaso de whisky, enfrentándose a fantasmas representados por los hielos, enfrentándose a historias del pasado que en el presente traían graves repercusiones, unas cuantas cicatrices que apenas empezaban a formarse, muchas lágrimas derramadas y poco orgullo.
Una vez que el sentimiento y el alcohol vencían a la razón (serían cerca de las 4 de la mañana) llamaba a la que ahora era su ex novia y le decía que haría todo por volver a sus brazos, ella solo respondía con la voz de alguien que acaba de despertar que la dejara de molestar, que por algo habían terminado y él volvía al llanto y al whisky que lo habían llevado a perder su trabajo y el cariño de los pocos amigos que aún tenía.
Pasaron las 5 de la mañana, tomó las últimas gotas que aún quedaban en su vaso, lo golpeó contra la mesa y tomó todos los pequeños pedazos de vidrio entre sus dedos, generando un dolor que marcó arrugas en su frente y unió paladar con quijada en un rostro que denotaba libertad y arrepentimiento.
Después de esto salió del bar caminando, llegó hasta la puerta de la casa de su ex novia, tocó el timbre y en lo que recibía una respuesta sacó una Colt heredada de su abuelo de entre sus piernas, llenó un espacio del barril la apuntó a su cabeza tomándola con la mano derecha y llenó la banqueta y parte del jardín de restos de cráneo, sangre y cerebro, para darle la última despedida a una mujer que no lo merecía.
Una vez que el sentimiento y el alcohol vencían a la razón (serían cerca de las 4 de la mañana) llamaba a la que ahora era su ex novia y le decía que haría todo por volver a sus brazos, ella solo respondía con la voz de alguien que acaba de despertar que la dejara de molestar, que por algo habían terminado y él volvía al llanto y al whisky que lo habían llevado a perder su trabajo y el cariño de los pocos amigos que aún tenía.
Pasaron las 5 de la mañana, tomó las últimas gotas que aún quedaban en su vaso, lo golpeó contra la mesa y tomó todos los pequeños pedazos de vidrio entre sus dedos, generando un dolor que marcó arrugas en su frente y unió paladar con quijada en un rostro que denotaba libertad y arrepentimiento.
Después de esto salió del bar caminando, llegó hasta la puerta de la casa de su ex novia, tocó el timbre y en lo que recibía una respuesta sacó una Colt heredada de su abuelo de entre sus piernas, llenó un espacio del barril la apuntó a su cabeza tomándola con la mano derecha y llenó la banqueta y parte del jardín de restos de cráneo, sangre y cerebro, para darle la última despedida a una mujer que no lo merecía.
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