14.4.10

Un cuento II

Sé que había terminado en “como desde un principio debió haber sido” sin embargo ese tiempo juntos no fue tan eterno como esperaba que fuera, a los pocos días la distancia tenía la obligación de volver a reinar donde antes había existido cercanía.

Excepto que esta vez la distancia era relativa, a pesar de estar a más de quinientos mil kilómetros la tecnología logró unirlos más esta vez y permitir que no hiciera lo que había hecho en el pasado, esta vez el número de sonrisas incrementaba a diario, los mensajes se contaban por montones y los metros parecían nada hablando todo el día.

Cada día faltaba menos para el reencuentro, la idea de volver a vernos y eventualmente vivir a una mínima parte de la distancia a la que vivimos hacía cada día más agradable y cada vez me parecía más insoportable la espera.

El día llegó, un autobús desde la Ciudad de México te trajo a mi ciudad natal, llegaste mientras yo estaba en la universidad muriendo de ganas de verte, ese día, saliendo iría a verte apenas tuviera un rato libre, en cuanto terminó la última clase tomé el primer autobús con rumbo al centro para verte en la Catedral.

Ahí entre construcciones antiguas, imágenes religiosas y mi familia que te había llevado hasta ese lugar nos abrazamos tímidamente y terminando de recorrerla salimos y acordamos vernos a las 4 y media, mientras yo te llevaba a un lugar donde pudiera estar solo contigo.

Caminamos y cruzamos calles llenas de autos que decías te parecían peligrosas, sin embargo no pasó nada y llegamos a un jardín que solo se podía humillar ante tu belleza, ahí, caminando, de la mano, después de mucho tiempo, nos volvimos a besar.

Pasó la tarde entre abrazos, besos, “te extraño” y “te quiero” pero había llegado la hora de partir, llegamos a la Catedral otra vez, buscando una capilla muy famosa, sin embargo nos perdimos y nos quedamos en medio del zócalo, observando la catedral, abrazados, mientras yo me perdía en ti.

Subimos a un autobús turístico, que nos mostraría la vida del pasado en esta ciudad, el trayecto fuimos abrazados y aprovechando unos instantes para besarnos, mientras me encantaba como se movía tu cabello impulsado por el viento cuando mirabas la historia y el pasado.

Esa noche saliste con mi hermana y después llegaste a hablar conmigo, admiro tu honestidad y el valor que le das al compromiso y yo respeto tu libertad, sin embargo la noche transcurrió entre algunas discusiones y reconciliaciones, una vez que te fuiste salí a observar las estrellas, mientras pensaba en todo lo pasado, y entendí todo lo que me iluminas.

Al día siguiente creyendo que ya no querías nada de mi acepté en mi interior que seamos amigos, lo único que quería era quererte, de cualquier manera.

Saliendo de la universidad fui a buscarte, me habías pedido una carta, en ella escribí todo lo que por ti siento, quería volver a verte antes de que te fueras, quería despedirme de ti y decirte que quería que fuéramos mucho más que amigos.

Me dijiste que también me querías, me abrazaste y volví a llenar mi ser de tu sonrisa, volví a llenarme de ti con un beso, por un instante todo en el mundo estaba bien, lamentablemente tenías que irte, por lo que te llevamos de regreso a la terminal, donde te acompañé hasta que el tiempo permitió, me despedí de ti, vi como te subías al autobús, hasta ahora continúo sonriendo, cada día falta menos para saber cómo desenlaza esta historia, aunque sigue siendo como desde un principio debió haber sido.

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