19.9.11

Cultura de la violencia

Salieron de San Isidro

México. Septiembre del 2011. Situación actual: Posiblemente una guerra civil. Nuestro realidad se ha resquebrajado, la gente ha perdido la esperanza –si aún quedaba alguna– y poco a poco hemos perdido el sentido común para convertirnos en el país que más sufre la necesidad de drogas en otros países, y que, además, por un contagio cultural ha impregnado a nuestro país de esa necesidad.

El mes pasado sucedió una de las tragedias que más han sonado en la historia reciente de nuestra nación, un grupo de personas, en una casa de apuestas perdieron su vida en un incendio provocado, pasando por mucho los límites de la violencia a los que, lamentablemente, ya nos habíamos acostumbrado. La diversidad cultural es algo obvio y persistente en nuestra realidad.

Podríamos dividir al pais en tres cuyo único vínculo cultural es el llamarnos mexicanos, pero que, de un punto a otro de estas regiones son muy diferentes las ideologías y costumbres. La separación cultural obligatoria es por zonas geográficas, el norte, el centro y el sur.

La zona más afectada por la violencia es el norte, dominada por los diferentes grupos narcotraficantes los gobiernos y ayuntamientos son un remedo de mandatarios que pretenden controlar una situación que hace mucho se les ha ido de las manos y ellos son los únicos que parecen no haberse dado cuenta.

En esta región ha nacido algo que hoy conocemos como “Narco-Cultura”. Esta Narcocultura, como todas las Culturas, es un reflejo de la realidad que se vive día a día en una región. En este caso violencia, machismo, autoritarismo, y principalmente caos. Como muestra de incapacidad y desconocimiento de lo que gobiernan muchos políticos han intentado prohibir estas expresiones culturales, esconderlas, que la cultura no refleje éstos conflictos, que la cultura no sea cultura ya que no es la muestra de ninguna sociedad. Si la sociedad está descompuesta la cultura demostrará esa descomposición.

La banda norteña, los carros del año.

Vivimos en una sociedad de consumo. A diario se nos bombardea con información de multiples orígenes invitándonos a comprar algo que no es fundamental para sobrevivir, buscamos ese estatus. La imagen dice mucho más de nosotros de lo que quisieramos decir.

México tiene como país fronterizo al norte a la nación más poderosa económica y políticamente del mundo, Estados Unidos, este desarrollo, producto de las grandes marcas que se han consolidado a nivel global, hace que sus habitantes necesiten estar actualizados con la última moda, lo último en tecnología y lo más caro para demostrar su desarrollo.

La competencia no se gana venciendo a la competencia, se gana demostrando que tienes más que el enemigo. La gente en Estados Unidos consume para demostrar que son mejores que la gente que no puede consumir. Esa ideología ha invadido México, la diferencia es que nuestra nación está en desarrollo. La gente no tiene la misma capacidad económica que en Estados Unidos y aún así intentamos consumir como ellos. Las marcas generan esta necesidad presentándonos productos que aparentan ser de un estilo de vida de clase económica alta para sabernos y sentirnos mejores que los que no pueden comprarlos.

La violencia surge desde el momento en que un mexicano le demuestra a otro que él tiene más y que el otro jamás podrá ser como el primero. El estatus bajo este principio es muy caro para la mayoría de mexicanos.

La situación de desigualdad es tal que para muchos la supervivencia económica como familia se ha vuelto muy cara con lo poco que se paga en los trabajos. El narcotráfico ofrece un salario que muy pocas empresas pueden ofrecer, miles de personas, acostumbradas o anhelantes de un estilo de vida, ven en el trabajo ilegal una opción para “salir adelante”.

Con esto no estoy condenando a los pobres, afortunadamente en México somos fervientes católicos en la mayoría y las reglas de esta religión nos impiden, moralmente, buscar un estilo de vida violento con el prójimo, aunque, el pensamiento posmoderno y a favor del beneficio propio poco a poco ha terminado con esa visión en muchas personas. La violencia y el crimen se vuelven atractivos cuando nuestro estila de vida deja de serlo.

Yo soy el jefe de jefes señores.

Competir por ser el mejor . SER EL MEJOR ¿Qué significa mejor? ¿Cómo se mide? ¿De qué sirve? La competencia tiene sus ventajas, genera productos de mejor calidad, el estatus se demuestra en esto.

La droga deja mucho dinero, este dinero compra el estatus, pero para eso genera muchas otras necesidades antes. La primera, la dependencia hacia estas sustancias. Sin clientes no hay negocio, sin negocio no hay dinero, sin dinero no hay estatus.

Uno de los principales debates de la actualidad gira en torno a la legalización de las drogas que htasta la fecha se han considerado ilegales, algunos de los argumentos son el turismo, el fin de la violencia y el cobro de impuestos por la venta de estos productos. Esto es legalmente viable, además podría producir mucho más a favor que en contra, sobre todo si nos consideramos personas racionales y responsables de sus decisiones, lamentablemente no somos ni racionales ni responsables de nuestras decisiones, mucho menos de nuestras acciones.

Las drogas podrían legalizarse solamente en una situación, cuando los posibles consumidores estén informados imparcialmente sobre sus beneficios y sus riesgos, de sus implicaciones sociales y de las consecuencias a la salud.

Mientras esto no suceda el principal riesgo es que el consumo incremente y la sociedad, enajenada por los estados alterados de consciencia pierda el sentido de sociedad y lo único importante sea consumir más para la satisfacción personal.

Actualmente esto sucede, nuestras necesidades imperan sobre las necesidades ajenas, por lo tanto nos negamos a hacer algo que genere beneficios a alguien que no seamos nosotros. Solo importa el individuo, toda filosofía ha perdido validez, lo único y el único que debe preocuparme soy yo, y si alguien se interpone en mi bienestar debo destruirlo. El bien común se ha privatizado.

Entre todos los granjeros la tenemos que amarrar...

Recientemente en la red social de microblogs Twitter leí una firma con la que muchos participantes terminaban sus mensajes: #MexicoUnido. En todas las culturas siempre existe una cultura paralela y muchas veces contraria a la cultura principal.

En México vivimos una cultura de violencia, pocas son las personas que se preocupan verdaderamente por el prójimo, a pesar de que en el último censo la mayoría afirmó practicar la religión Católica. Esta cultura de violencia ya tiene una respuesta contracultural, la paz.

Muchos mexicanos estamos hartos de que los hechos como el del pasado mes en Monterey se vuelvan cotidianos y dejen de ser noticia a las dos semanas. Estamos hartos de que dejen de ser noticia porque algo peor sucedió en ese periodo de tiempo y lo hayamos olvidado por una nueva indignación.

Una cultura de paz paralela a la cultura de violencia, la sociedad no soporta tanto sin romperse y cuando se descubre que la rompió en la reconstrucción se procurará no volver a equivocarse de esa manera. Aún hay un poco de esperanza. Aún hay algo que hacer.

Feliz cumpleaños Bloc de Netas

Cine para imaginar. Así se llama el nuevo proyecto en el que estoy trabajando y que, sin querer, ha compartido tiempo con todas las demás actividades orillándolas a los vestigios de mi día más ocasiones de las que deseo. Sin embargo, lo disfruto.

Es por eso que hoy, cuatro días después del cumpleaños oficial de este blog, estoy escribiendo unas cuantas letras que le debía desde hace algunas semanas.

Escribir es una necesidad, y se vuelve una adicción de la que sabes que no puedes escapar cuando te das cuenta que no puedes hacer nada más. Que es la única manera de reivindicar tu alma rebelde al negar todas las profesiones coherentes con las necesidades de la realidad actual.

Escribir es una adicción. un poema y todo está perdido, un día me di cuenta de que jamás podré amar a alguien enteramente pues mi principal amor será la literatura. Poema tras poema afirmaré los sentimientos que en mí libera y que han sido negados a una gran parte de la sociedad.

Escribir es una habilidad que tenemos pocos, por lo tanto hay que cuidar y practicarla, para que no se pierda esta capacidad y nos superemos a diario en esta competencia de crear una historia más profunda, con mejores figuras literarias y que de un momento a otro ayude a robar o recuperar el aliento a cualquiera que la lea.

Escribir es jugar a "mira lo que yo puedo hacer con las letras y tú no". Es un juego egoísta. Un juego donde, a pesar de la competencia, ganan autor y lector.

Escribo porque lo necesito, porque mi cuerpo me exige imaginar. Pero hoy no escribo, hoy escucho y escucho y vuelvo a escuchar el mismo cortometraje que he estado editando y que, a través de mis palabras, ayudará a imaginar.