24.8.10

Carta

Para ti (mi):

Hoy me descubrí perdido en una película, la realidad se me escapaba de las manos mientras la realidad de dicho filme me transportaba a un país a miles de kilómetros del punto en que yo estaba para vivir la vida de una persona completamente ajena a mí, hoy recordé que mi vida gira en veinticuatro imágenes por segundo.

Sé que es una manera diferente de comenzar una carta, sin embargo me pareció de vital importancia pues tú eres el único que puede entenderla completamente, hoy mientras me veía en el espejo entendí que tú eras el único destinatario posible y la única razón por la que valdría la pena enviar la carta, porque al final del día, cuando cierro los ojos, el único que está realmente conmigo soy yo, esta vez sin censuras, sin miedos, sin nada que pueda limitar el acceso a lo más Rubén de mi Rubenidad.

Sin más preámbulos el verdadero motivo de esta carta es llegar hasta lo más profundo de ti (yo) para poder encontrarme a mí (tú) y en este nuevo método dialéctico (algo esquizofrénico) poder sacar todo lo que me impide realizarme y realizar todos mis actos poniendo en ellos toda mi libertad.

Los datos generales son inútiles, nos conocemos desde que nacimos, siameses en un principio, posteriormente separados por un delicado método quirúrgico llamado educación, “no hagas esto”, “no digas eso”, “eso es pecado”, un sinfín de negaciones que te fueron recluyendo a ese lugar que siempre habitas y de vez en cuando logras escapar.

Creo que sería un buen tema, la última vez que escapaste, por ponerle un nombre técnico, la última catarsis, la última vez que entre una lágrima lograste escapar de mis ojos, también fue en una película, o una llamada, o una palabra, o un sinfín de acciones que pragmáticamente son insignificantes pero al convertirse en válvulas de escape ganan un gran significado.

El caso es que últimamente estás escapando demasiado, me han vuelto a llamar soñador, apasionado, entregado, que ponga los pies en la tierra y que me vaya con cuidado, que me pueden lastimar, que pueden aprovecharse, que lo que hago está mal porque a la gente en realidad no le gusta escuchar y mucho menos ver lo que no les gusta de la realidad.

Sin embargo, en cada una de esas acciones he descubierto un pequeño pedazo de ti (mi), y que con cada pedazo me he reinventado, “es asombroso redescubrirnos a diario” dije el jueves pasado a un profesor que ya me había dado clases antes, y con una sonrisa entendí que lo que vale la pena en la vida es lo que la cambia por completo.

Y así como han sido situaciones externas las que me han demostrado partes a las que a veces duele llegar también he encontrado un sinfín de fragmentos de vidas dentro de mi vida mirando al espejo, o escribiendo, o leyendo, o simplemente imaginando cosas que podrían pasar en cualquier parte del mundo pero que en ese momento están pasando en mi interior, en mi mente hasta que mi mente se convierte en propiedad ajena y los personajes, historias, situaciones y lugares creados surgen con vida propia para que, una vez psicoanalizados, me dé cuenta que en realidad eres tú (yo) disfrazado de vagabundo, millonario, revolucionario, fascista, asesino o poeta y te transforme en letras junto con algún sentimiento antes censurado.

Y todo este proceso solo me lleva a un cuento o algún poema que comparto con las demás personas que gusten leerlo para algunas veces encontrarme con la sorpresa que existen otros locos y soñadores con los pies lejos del suelo en quienes mis sentimientos se ven reflejados y con un comentario o un simple gracias le dan sentido a mi día.

Esta carta también es una petición.

Me gustaría poder decir todo lo que siento y escribir todo lo que merece ser escrito, que salgas (salga) completamente y pueda convertirme en un “soñador” por completo, ayudando a que, si este sueño es confortable y amable con las demás personas, vivan de él y yo aprenda de sus sueños.

Me gustaría volver a creer, no decepcionarme de las personas y mucho menos de la realidad, aprender, volver a aprender, no cómo la educación que te elimino de mi vida, vivir por vivir, no por lo que pueda recibir o por lo que me deje para vivir.

Me gustaría sonreír más, descubrir más sonrisas en la gente, abrazar a quienes quiero y me quieren, conocer, personas, libros, películas, vidas, tradiciones y todo lo que pueda conocer para descubrir todo lo que no conozco y tirar del altar lo que es supuestamente conocido y que te (me) tiene recluido.

Y por último (de esta carta) quiero pedirte perdón por haberte ocultado tantos años de mi vida, por fingir demencia cuando preguntaban por Rubén, por decir que no existías, que eras una ficción, algún guión o una historia aún pendiente por contar y si en algún momento te (me) vuelvo a censurar te pido que escapes, en ese momento escapes y me hagas pasar ridículos, que me gane una paliza, que me tachen de raro y me acusen por pensar diferente, por querer ser libre de prejuicios, de fundamentos y de tradiciones retrógradas pues hoy quiero ser como tú (yo).

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