2.6.10

7 pecados capitales del amor... VII

No te quedes sin decir "Te amo"

Era el día del padre, fuimos el mío y yo a visitar a mi abuelo, su tumba estaba a la izquierda en el panteón municipal, junto a todos mis parientes desconocidos pues habían muerto antes que yo, mi papá sacó dos sillas, un ipod y dos cervezas, me dio una y otra se la quedó él, mientras el Ipod sonaba con música de José Alfredo Jiménez, el cantautor favorito de mi abuelo.

Estábamos conviviendo las tres generaciones de la familia cuando vi llegar al obrero que conocí en un callejón al lado de la mujer del vestido de Chanel, venía con una rosa en la mano, la ropa igual de sucia y ni una gota de alcohol en su sangre, me acerqué a saludarlo, en cuanto dije hola se soltó a llorar, Diana había muerto y con ella la esperanza de volver a sentir el amor por parte de este ahora no borracho llamado Agustín.

Detrás de él venía un vendedor de flores enfurecido, no había pagado la rosa, no podía pagarla, saqué un billete y pagué por su robo, lo abracé para hacerlo sentir mejor, lo miré a los ojos y pregunté qué sentía, él, que ya estaba más tranquilo otra vez volvió al llanto y se sentó en el suelo.

Cuando estuvo tranquilo me miró a los ojos y dijo “tardé demasiado en decirle que la amaba, un día decidí robar una flor, no emborracharme e ir a donde siempre nos veíamos todas las tardes, ella jamás llegó, al día siguiente salió su imagen en la sección policiaca del periódico, esa que dices que no tiene ningún uso aparte de saciar el morbo, sin embargo, ese día me enteré de que ella ya no estaba más, o que si estaba debería estar entre las llantas del camión que imprudentemente terminó con su vida. En el bolso de su traje encontraron sus papeles, hablaron a la familia y ahora está aquí, en una construcción de mármol con gente vestida eternamente con trajes igual de finos como el que ella vestía a diario y, aunque ya llevaba más de un año con la misma ropa, cada día se veía más deslumbrante y atractiva, estaba muy enamorado de ella.”

Ante esta demostración de todo por lo que pasaba lo más que pude hacer fue mirarlo, darle un abrazo, invitarlo a sentarse con nosotros, a que tomara una cerveza y cantara hasta el anochecer “Ella” y “Tu recuerdo y yo”.

1.6.10

7 pecados capitales del amor... VI

El amor no está en Hollywood

“Ella era un amor como de película… ridícula” me confesó entre copas un compañero de borracheras y sueños frustrados en aquel bar rústico del centro.

“Ya sabes, asquerosamente rosa, de esas mujeres que te presentan un mundo tan surrealista que llegas a olvidar que estás en México y que estamos en uno de los peores países para vivir.” Yo sólo asentía con la cabeza, aunque mis ojos se cerraban en ese momento, siempre disfrutaba escuchar la filosofía de la calle de este compañero de tragos.

“Y yo, creyendo que todo tendría un final feliz, me di cuenta que esa felicidad es inalcanzable y que en realidad no existe la felicidad, simplemente un trayecto hacia algo indefinido pero que creemos que es felicidad. Y si las películas duraran más de una hora y media veríamos que pasa después de ese beso tan esperado y la definitiva pero errónea palabra, fin.”

Mientras decía esto yo pensaba en las miles de parejas de enamorados que entran a la sala imaginando que están observando la realidad cuando el absoluto de la realidad es otro imposible y nos quedamos con lo que estamos viendo, mientras los enamorados solo ven un beso en la pantalla y repiten esta acción que los lleva a un momentáneo placer sin saber que les espera posteriormente.