Era lunes por la mañana, como había dormido cerca de 3 horas a Diego le costó trabajo despertar, se sentó en la orilla de su cama y dejo que dieran las 6 de la mañana, aun tenía mucho sueño para pensar, no quería imaginar la rutina que estaba a punto de empezar.
Quizás el despertarse no hubiera sido tan difícil si su papá no hubiera llegado borracho la noche anterior, Diego odiaba el fútbol, a diferencia de su papá que disfrutaba y sufría cada partido como si de eso dependiera el seguir de los días. Ese domingo había jugado y ganado la selección, por lo tanto el padre de Diego se había ido a celebrar como si él hubiera estado en esa cancha y el hubiera metido el gol de la victoria. Aun así después de unas horas logro conciliar el sueño y dejar a su mente y subconsciente hacer el resto del trabajo, llevarlo a donde pudiera imaginar.
En el sueño vio las estrellas, la luna y el mar, se vio a si mismo relajado, sonriendo, pensando en todo y en nada, se vio como siempre se había querido ver libre y feliz. Sin embargo al despertar trató de olvidar todo esto, estaba tan acostumbrado a guardar sus sueños en un cajón que cualquier sociedad actual denominaría impuro por la cantidad de ideales, sueños y la falta de conformismo que habitaban en el.
Esa mañana en la escuela se descubrió a si mismo soñando despierto, imaginando de nuevo la playa, el sol, el calor y la tranquilidad, sintió tanta tranquilidad que volvió a dormir, despertó pocos minutos después exaltado por descubrirse soñando otra vez, no se podía permitir tales lujos, tenía una vida a la cual darle sentido y dirección, tenía una carrera que estudiar, un trabajo por conseguir, una familia que formar, una casa y un carro que comprar, tenía tantas cosas que repetir como el resto de las personas y no lo estaba haciendo por soñar con la playa.
El sueño se volvió recurrente, poco a poco se dio cuenta que quizás ese era su verdadero destino, que quizás esa era la vida que tenía que vivir a diferencia del resto de la gente, se dio cuenta que tenía que escapar, que tenía que vivir como humano y no como un clon de los demás.
Trató de planteárselo a sus padres el jueves de la misma semana pero le dijeron que eran sueños, cosas que jamás podrían suceder, que una vida así jamás le permitiría tener todo lo que un hombre quiere en realidad como los son la familia, el auto, la casa y demás cosas que le darían estatus y una vida exitosa.
Diego se sintió frustrado y a pesar de ser las 5 de la tarde se fue a su cuarto y durmió hasta las 3 de la madrugada, el tiempo perfecto. A sabiendas de que jamás podría volver si hacía lo que quería hacer se robó el auto de sus padres dejando una nota avisando que lo encontrarían en la estación de autobuses, donde el tomo el primer autobús a la primera costa que encontró.
Durante el camino no pudo dormir, llegando acampo en la playa, durmió muchas horas y despertó cuando ya no había sol, salió de su casa de campaña y se encontró con lo mismo que había soñado. Había acabado la semana y era viernes en la noche, Diego era una persona diferente, con un nuevo horizonte ahora visto desde el mar, donde no existían edificios ni concreto que bloqueara la vista a un horizonte infinito, ahora el mar lanzaba gritos ensordecedores, la luna era lo único que iluminaba, la sensación de la arena en sus manos y la sal en la cara, era la mejor sensación que existía, el sentía al fin un poco de el supuesto llamado libertad, su mejor decisión fue haber huido, dejar de comprar la vida que le ofrecían, empezar a vivir.
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