14.6.09

Misógino y agnóstico

Mientras giraba en mi cama intentando conciliar el sueño una noche de mayo 3 años atrás del año en curso el diablo se apareció a tres metro de mi cama y se quedo mirando fijamente la masa que se formaba de mi cuerpo cubierto de sabanas revoloteadas.

Pasaron 3 minutos cuando decidí dejar de fingir y hacer caso a su mirada, entre dormido y despierto mire su sombra y me dijo: “era tiempo de que voltearas”, “¿qué quieres de mi?” le dije, “tu alma y tu cuerpo para mi infinita colección de pecadores”, “patrañas, no existe algo como el pecado”, no contesto nada, solo se quedo a mi lado y decidió seguirme a donde fuera por tres días y tres noches.

Este diablo era muy diferente de la imagen del juego de lotería, este diablo no tenía patas ni cuernos, mucho menos una cola puntiaguda y un tono de piel de acapulqueño que trabaja en la playa sin camisa, este diablo tenía la forma más común en el mundo, este diablo tenía forma de mujer, una mujer bella, imponente, de mirada que te absorbe y sonrisa culpable y atractiva, sin duda alguna una mujer perfecta, pero con el alma maldita.

Pasaron los tres días y al ver que su empresa de llevarme no tendría frutos pronto decidió huir, digna y con la mirada en alto, pues no se dejaba humillar tan seguido, prefirió irse antes de recibir otra negación y seguir rogando. Aquella figura perfecta y demoniaca me dejo justo a tiempo para volver a mis clases después de un fin de semana de perdición y pecados a su lado.

El lunes fue un día pesado, entre las clases obligadas en todas las escuelas y las clases por ser mi colegio un colegio dirigido por una congregación católica llegó la última clase del día y la más confusa para aquel que cuestiona todo lo que le dicen y piensa libremente, llegó mi clase de religión. En aquella clase leímos una hoja tan cierta y acertada de la cual teníamos que hacer un ensayo para la semana siguiente, una tarea más que yo creí resultaría fácil, sin embargo no fue así.

La lectura estaba plagada de preguntas ¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Qué quieres de mí? ¿Qué puedo hacer para tenerte? ¿Por qué te escondes de mí? Y súplicas como: “déjame sentirte”, “te doy todo a cambio de tu amor”, “acéptame como soy y te amare por siempre”, a mi agnóstico parecer algo patético. Sin embargo algo se revelo ante mí: Dios tiene que ser mujer al igual que el Diablo.

Hice mi ensayo bajo esta premisa y lo entregue, a media semana fui llamado a una junta de lo más extraña con un sacerdote del colegio, el psicólogo y la directora. En esta junta me preguntaron el porque de mi herejía, con lo mejor que pude articular mi argumento ante 3 personas mucho más preparadas que yo les dije:

“En lo que mi corta experiencia en el amor y mi conocimiento del neoliberalismo he llegado a la conclusión de que el amor es la más estúpida de las empresas, es un negocio en el cual pones en oferta todo tu ser esperando que el comprador, compradora en mi caso, entregue algo que pueda ser de un valor similar y siempre alguien acaba dando más de lo que recibe.

Yo siempre he entregado más y siempre salgo perdiendo, pensaba que las mujeres son los seres más difíciles de entender y satisfacer, y mi teoría parecía correcta, pues siempre que intentaba enamorar a una mujer parecía que ella se esforzaba por confundir cada neurona de mi ser y mezclar mis ideales con sueños infantiles e inalcanzables.

Este fin de semana descubrí que no todas las mujeres son así de difíciles, que existen mujeres cuyo autoestima es mínimo y lo refuerzan sintiéndose queridas por lo menos una noche por algún extraño por el cual luego sufren pensando que existe el amor y que aquel que aman las ama y alguna vez lo volverán a ver.

Pensaba esto hasta que leí aquella hoja de la que teníamos que hacer el ensayo que esta en sus manos, observe que según el que la escribió Dios es completamente confuso y engañoso, que no se deja convencer tan fácilmente de lo que hacemos y que siempre se esconde de nosotros, nos es invisible y es más para aquellos que lo buscan con todo su ser.”

Después de esta experiencia me dejaron huir sin ninguna represalia por pensar libremente y llegar a la conclusión de que tanto Dios como el Demonio son la misma mujer.

4 comentarios:

karla dijo...

:)ME ENCANTOOO
YO TAMBIEN CREO QUE ES MUJER!!

Vale dijo...

Tu conclusión fue lo mejor.

Anónimo dijo...

mereces un oscar literario
AHAHA
me gusta me gusta me gustaa (8)



d.

Anónimo dijo...

Me encantó :D